Fué diseñado por los arquitectos Atkins & Partners merced a los petrodólares de uno de los hombres más ricos del mundo; el Emir de Dubai. Su fachada tiene forma de vela y está hecha de teflón que recubre su fibra de vidrio. El hotel tiene un altura de 321 metros y es en la actualidad el edificio dedicado a la hosteleria más alto del mundo. Se encuentra enclavado en una situación también especial; en una isla artificial, a 300 metros de la playa de Jumeirah. De esta forma el hotel consigue un impacto, si cabe, todavía mayor.
En poco más de diez años desde su construcción, el Burj al-Arab ha conseguido todo tipo de calificativos y reconocimientos. De él ya se ha dicho lo máximo que se puede decir de un hotel: el primer y único hotel de siete estrellas del mundo, el hotel más alto del mundo, el hotel más caro, el más lujoso, el más costoso, el más… todo.
¿Por qué siete estrellas? ¿Por qué más estrellas que el resto de los mejores hoteles del mundo? Sencillamente porque los servicios que ofrece este hotel sobrepasan los límites de la exquisitez, el lujo y la sofisticación.
El Burj al-Arab no tiene habitaciones. Sólo tiene suites. Exactamente 202. Todas ellas de dos pisos. Las más “pequeñas” tienen 170 m2. Las más lujosas y espaciosas llegan a los 780 m2. Sí, ha leido bien; casi 800 m2 de puro lujo. ¿Los precios? Pues van desde los 1.600 euros hasta los 24.000 euros… por noche. Eso sí, por ese último precio, puede disponer de una sala de cine privada, varios jacuzzis, camas giratorias, 27 teléfonos, varios televisores de plasma de 42 pulgadas (el más pequeño), ascensor privado y… su propio helipuerto en el piso 28.
Todas las habitaciones, así como el resto del hotel, se han realizado utilizando los mejores materiales del mundo; granito azul bahía de Brasil, mármol de Carrara para pisos y paredes, mármol de Statutario en la recepción, piedras preciosas del norte de Italia, mosaicos árabes, columnas y techos con revestimientos de láminas de oro de 22 kilates de la India y así podriamos seguir durante decenas de líneas.
Fuera de las habitaciones, el hotel cuenta con todos los servicios imaginables; siete restaurantes de lujo, mención especial del Al Mahara, un restaurante… submarino. Mayordomos y asistentes personales en todo momento, internet en cualquier parte del hotel, ordenadores portátiles y por supuesto todo tipo de tiendas y servicios (peluquerias, centro de salud), selectos bares, canchas de golf, SPA, piscinas, gimnasio, parque acuático, servicio de Rolls Royce, etc.
El Burj al-Arab es el símbolo de la prosperidad de Dubai, la llamada ciudad del oro. Un hotel de siete estrellas digno de una ciudad que está llamada a ser la metrópoli del ocio y el placer.
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