"Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos.
El Ángel dijo a las mujeres:"No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba, y vayan en seguida a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán". Esto es lo que tenía que decirles".
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y corrieron a dar la noticia a los discípulos". (Mateo, cap.28, 1-8)
Al tercer día resucitó. En esta piedra angular se basa nuestra fé. El Señor de la vida había muerto, pero ahora vive, triunfa. En esta Victoria, el hombre es llamado a su dignidad más grande.
Éste es el día de la esperanza universal, el día en que en torno al Resucitado, se unen y se asocian todos los sufrimientos humanos, las desilusiones, las humillaciones, las cruces, la dignidad humana violada, la vida humana no respetada.
El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre el mal. Por esta razón los cristianos con gran júbilo celebran este día la Misa Pascual del Domingo de Resurrección.
En la Resurrección la vocación cristiana descubre su misión: acercarla a todos los hombres.
"En este día de tu triunfo sobre la muerte, que la humanidad encuentre en ti, Señor, la valentía de oponerse de manera solidaria a tantos males que nos afligen" (S.S. Juan Pablo II, 2004)
La imagen pertenece al fresco "La Resurrección de Cristo" de la Caplilla Sixtina pintado por Hendrick van den Broeck (1519-1597).
No hay comentarios:
Publicar un comentario